lunes, 2 de junio de 2008

Fantasía yankee

Caen los corceles
cae la noche
caigo yo y un fantástico vapor me acompaña
ok, entiendo que me alimento a base de carne, papa, cereal
la fantasía no encuentra su lugar ahora
llego a defenderme de quienes piensan distinto que yo
revolución, shock, delirio yankee
nada es más dorado que el regreso
un espacio bordeado de azules lagunas que esconden oro
una piedra en el camino me ayuda a percibir mejor la distancia a casa
terrazas, luces y lechuzas
¿o eran lechugas las que al verme llegar contenta a casa despidieron su olor falaz en mis fosas abiertas al máximo al inclinarme a embocar la llave en la pequeña cerradura que me invita a entrar cada vez?

Me inhibe la presencia de cocodrilos en mi ventana
sé que es un modo de defenderse del enemigo yankee
sé que es al menos una estrategia para aprender a decir varias veces los mismo en distintos idiomas, para así comprobar la incapacidad de discurrir sobre algunos temas tales como la remota posibilidad de volver a decir sin decir una pequeña diferencia:
a los pobres los convoca el dibujo de la olla repleta
a los yankees los convoca la olla repleta
los niveles de representación aplicados a diversos volúmenes genera la duda acerca del sistema común de distribución.

Anclados en la más feliz de sus fantasías
o humos
o reproches
o tercerización de intereses
los cocodrilos miran en dirección a mi llegada
me invitan a devorarme
yo incorporo el terror como parte normal de mi vuelta a casa
el tiempo transcurrido no hace más que recordarme el regreso obligado o
suicidio
vapores de fantasía que anuncian mi llegada
yankees que ocupan tierras por equivocación
un diamante, una estrategia, la caída de los corceles mientras cae la tarde
¿es entonces imposible distinguir la maleza que cae justo sobre el marco de mi ventana, engañando al paisaje, engañando el misterio que rodea el vapor que energiza mis ganas de matar al yankee en la cornisa, al caer la tarde, en ese paredón que abunda en marcas diversas a la cuales soy fiel como soy fiel a la pequeña posibilidad de suspender la duda al emprender el regreso a casa o de distinguir mejor los bordes de los cocodrilos de esas malezas que atraviesan la ventana y que me hacen creer en algún tipo de espanto natural que me evita la entrada?

O yankees
o decisión al respecto
o calidad de vida
alimentada a base de carne, papa y maní, caigo
atada a la maleza que consigue inventar un león en mí
donde estaba yo quedan las marcas del suicidio
rugir como mueren los peces más blandos
delicadamente
matar al yankee en la cornisa y en ese delirio encontrar alivio y vapor de fantasía que anuncie el regreso a la mirada obnubilada de esos largos cocodrilos que me marean con sólo pensar en su penoso andar en derredor a mi llegada
el mundo gira como una enorme calesita alrededor de mí
pido lechuga, pido puré, pido matar al yankee
¿soy capaz de amar su intención okupa?
o al menos dejarme aquietar en las tibias fauces que me ofrecen el vapor de fantasía y la siesta que duermo al caer la tarde, al oír el rugir del león que despierta de adentro de mí, de mi peor pesadilla, que requiere demarcar su territorio y anular el contrato original de casamiento perpetuo con la casa, con la leona mamá, con la base de alimento balanceado fundado en la coca, en el maní, en la situación de escasez que aparentemente inhibe a los leones a despertar.

Los peces están donde estaba yo
en una jaula marina
me reciben desde lejos los cocodrilos
esos locos mamíferos que entienden la situación de escasez como falta de entrenamiento, y entonces optan por hacer de mí, al caer la tarde, el yankee que mato en la cornisa, en ese paredón que está lleno de marcas a las cuales soy fiel, por las cuales crece el odio que anula mi pensar inteligente y me conducen sin pensar a matar al yankee, que al final temino siendo yo, por no parar a pensar, a dibujar la estrategia que involucre la presión, la representación de niveles equivocados que me dejan en la duda permanente y que hacen de mi vuelta a casa un momento de fatal contemplación hacia los lados del camino, por miedo a que el león se despierte, a que el yankee ande cerca con sus ganas okupas de venderle miel a los leones y hacer así de ellos y de mí una nueva víctima de su anárquica colección de personajes suspendidos en la duda de matar o no matar al yankee.

Los leones están donde estaba yo
suspendida en la estúpida contemplación de mi propia llegada
huelo la papa, la base de mi alimento
la falta de sistema me genera dudas
un remolino incierto de desconcierto y delirio
vapores de fantasía esta vez, cae la tarde
despiertan los leones, yo llego a casa y otra vez me detengo en la duda asesina de mi propia contemplación al infinito
soy fiel a la marca
soy fiel a la situación
hacer de mí unos rebordes marinos que exhiban el oro en pequeños cofres repletos y anulen así la pausa que incita las ganas de hacer del vacío la última posibilidad
soy o no soy tan fiel a la marca
la destruyo.

9 comentarios:

toto scurraby dijo...

siga destruyendola y seguire pasando infinitamente hasta esatr deshecho.gracias por pasar alla.abrazo

Anónimo dijo...

uou! :)
adriana kogan

natalia dijo...

"caen los caracoles, cae la noche"


- La noche cae con la lentitud de los caracoles...


Muy bonito,


Saludos.


Cíclopa

Mariano Massone dijo...

me envolvio, me devolvio, me perturbo, me retrajo, todo... Fue como meterme en un mar bravo y envolvente, me gustó.

Saludos
mar!

Anónimo dijo...

febril
mente
tuyo
mantengo
la marca
no la
destruyo

Ana dijo...

denso e intenso,
me gustó muchísimo.

Un beso Adri.

Gabriel Medina dijo...

Retorcidamente onirico...
Felicitaciones!

Ezequiel dijo...

Me resultó motivante y aleccionador

Saludos
Ezequiel
www.unarazonparavivir.com.ar

Dylan Forrester dijo...

Un poema que de alguna manera nos sugiere empezar a matar al yankee que todos llevamos dentro.
Me gustó la metáfora de los cocodrilos. Una poética de cuño reflexivo en búsqueda de sus propias respuestas que quizá vaya más allá de su utópica voz sapiencial. Un reflejo de la constante contradicción humana de nuestro tiempo y de casi toda la última poesía argentina.
Intuyo que tienes un alma que promete.

Un abrazo...